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A través de los años hemos visto como ha crecido de una manera exorbitante el interés de cualquier dominicano sin importar su estrato social, en convertirse en integrantes de la clase colaboradora del Estado dominicano, ya sea elegido por voto popular o una designación para ejercer algún cargo o función pública.

Es importante resaltar que, muchos de los cargos públicos que hoy ostentan grandes salarios y beneficios de diversas indoles, anteriormente se realizaban de manera honorifica y se designaban o tomaban en consideración personalidades que contaban con un alto índice de valoración en las comunidades: abogados, maestros, ingenieros, y en muchas ocasiones amas de casa que no les interesaba recibir un salario; su motivación radicaba en servir, servir con pasión a su comunidad y trabajar en beneficio de la colectividad.

Hoy día, es más beneficioso optar por lanzarse a incursionar en política o formar parte de un partido político, que tomar la iniciativa de emprender un negocio que genere empleos en diversos sectores, todo esto debido a que los beneficios recibidos por parte del Estado resultan ser más útiles, sumándose a esto la cantidad de facilidades y puertas que se apertura solo por el simple hecho de ostentar un cargo o función pública.

El derroche desmedido del erario es un mal que ha cargado la República Dominicana por muchos años, personas que pasan de no tener nada, a mañana poseer grandes fortunas, siendo solo un servidor público por un periodo determinado: grandes salarios, seguridad, exoneraciones, asistentes, bonificaciones, son de los grandes privilegios que son inherentes al cargo que se ocupa dentro del tren gubernamental.

En el año 2012, conforme al Decreto no. 486-12 queda instituida la DIRECCIÓN GENERAL DE ÉTICA E INTEGRIDAD GUBERNAMENTAL (DIGEIG), como el órgano rector en materia de ética, transparencia, gobierno abierto, lucha contra la corrupción, conflicto de interés y libre acceso a la información, en el ámbito administrativo gubernamental, dentro de sus funciones está establecer normas éticas para el correcto funcionamiento de nuestras instituciones gubernamentales y veedores de que nuestros servidores y funcionarios públicos actúen dentro del marco ético.

Sin lugar a dudas, es necesario comprender que la ética debe ir más allá que fundamentarse en el comportamiento o conducta del ser humano en cuanto a las funciones que les competen al momento de ocupar o ejercer una función pública. Es imperante ser más vigilante respecto al comportamiento de quien maneja los recursos del Estado no solo en su lugar de trabajo, sino fuera del mismo hasta que este cumpla su cometido para el cual fue elegido o designado. El servidor público, debe ser un ente de referencia y servir de ejemplo en nuestra sociedad. Todo funcionario o servidor público debe saber que está dentro del Estado para servir, aportar y ayudar a mejorar las condiciones de vida de su sociedad, nunca se debe considerar como un ser por encima de los demás.

Las cosas siempre se pueden hacer bien, en cada uno de nosotros está el poder de transformar y cambiar en pro de la colectividad¨

 

Enrique Castro.

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